En búsqueda de la superación y desarrollo personal, muchos peruanos nos vemos obligados a migrar a las grandes ciudades. Es así que en la década de los 80, decidí dejar con mucho pesar mi querida Chachapoyas y viajar a Lima, con el propósito de cumplir mi anhelado sueño estudiar medicina humana, profesión que me permitiría servir a la gente mas necesitada y retribuir al pueblo que me vio nacer, del cual tengo los mas gratos recuerdos.
Lidiando con las asperezas sociales y superando dificultades económicas cumplí con el objetivo concluyendo mis estudios satisfactoriamente y obteniendo el titulo profesional. Posteriormente me especialice en cirugía y Ginecología Oncológica, para atender a las personas que sufren del terrible cáncer. Hoy laboro en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas.
Con el afán y el firme propósito de servir a la colectividad en una noche de insomnio nació la idea de abrir un Centro Oncológico… ¿Y el nombre? Me puse a pensar en mi familia y en mi madre Rosa Aurora ¿Le pondríamos Rosa? , surgieron una serie de nombres mas como alternativa, pero en ese momento al recordar pasajes de mi infancia reviví una historia familiar que deseo comentar.
En el distrito de Soloco, anexo de Lolto en 1970, cuando apenas tenía seis meses de nacido, una epidemia infecciosa caracterizada por vómitos y diarrea acecho a los niños de nuestro pueblo, siendo yo uno de los afectados. Dicha epidemia cobro muchas vidas, llegando casi a desaparecer la población infantil.
Mi madre Rosa Aurora Guivin Meza, al ver que estaba gravemente enfermo decidió reunir a mis hermanas Nancy, Nora, Gladys y Luz, en la pequeña salita de mi casa. Allí todos de rodillas, formando un semicírculo alrededor de ella, quien me tenía en sus brazos, comenzaron a elevar sus plegarias a una pequeña imagen de San Martín de Porres, que teníamos en casa gracias a un obsequio. Con gran fe y devoción mi madre expreso estas palabras: “San Martincito de Porres, el es mi único hijo varón, si lo necesitas llévatelo y no lo hagas sufrir. Pero si es tu voluntad que se quede conmigo dale salud que yo seré tu fiel devota para siempre y te Hare un santo rosario”. Luego de este acto, todos fueron a dormir y pasaron la noche sin sobresaltos. Al día siguiente fue tan grande la sorpresa de mi recuperación que amanecí pegado a la teta de mi madre. El vomito y la diarrea habían desaparecido. Era un milagro ¡Estaba curado! Posteriormente mi madre entro a la Mayordomía de la imagen de San Martín de Porres, una gran festividad en mi pueblo en ese entonces y hoy es su ferviente devota y cada vez que tenemos la oportunidad de reunirnos celebramos el Santo Rosario en su honor.
Es por ello que el nombre del Centro Oncológico San Martín de Porres, surge como reconocimiento a ese evento milagroso y a la devoción de mi madre.
En el Centro Oncológico San Martín de Porres, realizamos despistajes, diagnostico y tratamiento del cáncer, una enfermedad catastrófica, que genera mucho sufrimiento, pero que es tratable y curable si se diagnostica a tiempo.
Dr. Absalón Montoya Guivin
Cirujano Oncólogo